Ezequiel Baraja

Rugby

Ezequiel Baraja

Rugby

CIUDAD NATAL

CABA, Argentina

EDAD

30 años

LUGAR DE RESIDENCIA

CABA, Argentina

"Gracias a mi esfuerzo, a mis compañeros y al deporte pude insertarme en la sociedad cuando recuperé la libertad"

Ezequiel hoy tiene dos trabajos: por la mañana reparte cartas en un correo del gran Buenos Aires y por la tarde trabaja en un restaurant de Beccar. ¿Antes? Antes Ezequiel estuvo preso: en mayo de 2009 fue detenido y condenado a seis años y ocho meses de prisión por robo calificado. Cuando entró a la Unidad Penitenciaria 48 de San Martín (provincia de Buenos Aires, Argentina), encontró un entorno muy violento, con códigos propios que hasta ese momento él desconocía y en donde el tiempo transcurría con una velocidad propia. Los primeros días en ese penal fueron muy difíciles. Pero algo lo ayudó: todo cambió cuando, mientras realizaba una actividad recreativa en el pabellón del penal, conoció a un interno que le comentó sobre el equipo de rugby de los Espartanos y lo invitó a sumarse a las prácticas.

Al martes siguiente, Ezequiel se presentó en el entrenamiento. Sus compañeros le enseñaron las reglas básicas del deporte y le hicieron un lugar en el equipo. Algo estaba cambiando, Ezequiel sentía que podía sacar lo mejor de él. Poco tiempo después comenzó a trabajar como bibliotecario y luego dio otro paso: empezó a estudiar. Completó tercer año del nivel secundario en la prisión y, ya estando en libertad, continuó sus estudios hasta obtener el título de bachiller. “Desde que conocí a los Espartanos me sentí diferente, todo fue distinto. Me sentía libre a pesar de estar en la prisión; mi vida había dado un vuelco de 180 grados, me había convertido en un espartano de corazón”, cuenta Ezequiel.

El 21 de junio de 2015 Ezequiel recuperó la libertad. Papá de Franco, de doce años, y Giuliana, de nueve, Ezequiel sigue yendo a visitar la Unidad Penitenciaria 48 de San Martín, para jugar al rugby en Los Espartanos. Ese equipo de rugby, que nació en la cárcel por iniciativa de Coco Oderigo, un abogado y ex jugador de ese deporte, cobijó, desde su nacimiento (2009) a más de 450 presos con una búsqueda clara: integración, resocialización y acompañamiento a través del juego, los principios y los valores del rugby.